La Verdad se me acercó y me dijo:
“Miente por mí, que yo me encargaré del resto”.
Primero comenzaron a visitarme las parejas largamente,
felizmente casadas.
Y también los políticos honestos y algún militar condecorado.
No vinieron los niños ni las prostitutas: hijos de una Verdad
más tenue, menos asustadiza.
El desfile de exitosos médicos y padres responsables,
de profetas cansados y cansadísimos huevos de gallina.
El desfile de condenados inocentes se volvió interminable.
Vinieron los asesinos para encontrar su verdad pero este no era el sitio.
Llegaron intelectuales de vanguardia convertidos en guardias.
Y llegó la policía, si señor;
llegó la policía y tuvo que marcharse con cierta rabia en el cuerpo.
Prosperaba el negocio.
Invertir en la Verdad de Mentira fue una industria perfecta.
Cierta noche llegaron el secretario del Papa y el confesor del Presidente
y la Verdad me dijo: “Subástame desnuda”
y se marcharon entristecidos, nocturnos como vinieron
con la promesas de cerrar el negocio pero en otro verano.
Por fin llegó la Gente Normal, normal con zapato y todo.
Intentaba decirles que tampoco era el sitio,
que guardaran en el banco sus ahorros y se ahorrarían el pánico.
Pero la gente normal imita a las parejas felizmente casadas,
imita a los padres responsables y a los hombres de éxito.
A la gente normal le gustaría muchísimo
imitar al Presidente con zapatos y todo.
Y dijo la Verdad de la Verdad de Mentiras: “No hagas trato con la gente
normal o vamos a la quiebra
porque los sueños de la gente normal tienen poderes,
riesgos con tanta luz que ciega y mata”
Y continuó diciendo la Verdad de la Verdad de Mentiras:
“Toda gente normal es un capricho,
¿de qué les vale mentir si no prosperan?
Cierra negocios con las personas cultas
y si es posible con el extranjero.”
Y continuó diciendo la Verdad:
“Las Personas Normales son eternas
cuídate mucho ellas y del hombre de bronce
de la estatua de bronce con timbales de bronce que habita en Santa Clara.
Si se te acercan, huye,
escapa por la escalera de incendio y no regreses nunca,
siempre habrá otro lugar para el negocio.
Porque si una Verdad a medias vale mucho,
cuánto no valdría entonces una auténtica,
una legítima Verdad de Mentira”.
Jorge Luis Mederos.
Veleta:Nació el 7 de junio de 1963 en Las Minas, Santa Clara. Se graduó como técnico medio en Protección e Higiene del Trabajo. Es miembro de la UNEAC y de la ACCA y está registrado en el Fondo Cubano de Bienes Culturales. Tiene publicados La romanza del malo, de 1988; El tonto de la chaqueta negra y Otro nombre del mar, ambos en 1993, y su último poemario, El libro de otros. Es colaborador habitual de varias revistas literarias. Trabaja la cerámica esmaltada y policromada. Vive y crea en Santa Clara, Cuba. «Princesa, a la nota puedes agregarle que a estas alturas me he convertido en un ¨tembo¨ interesante, sin jevita pero heterosexual y con un par de novelas policiacas a punto de publicarse (DESCARTES) Y (SOFTWWAER) donde no aparece ni una jinetera, ni un travesti ni la mafia cubano-americana: ¿dificil eh…?«
Jorge Luis Mederos. Veleta.
Dibujo: Ana Mireles
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